Deu no NYTimes: Jimmy Carter diz que EEUU é campeão de violação dos direitos humanos
Via CubaDebate
James Carter: Un récord cruel e inusual
Jimmy Carter en La Habana, el 31 de marzo de 2011.
Foto: Cubadebate
Jimmy CarterThe New York Times, traducido por Cubadebate
Los Estados Unidos está abandonando su papel como el campeón mundial de los derechos humanos.
Las
revelaciones de que altos funcionarios están involucrados en el
asesinato de personas en el extranjero, incluidos ciudadanos
estadounidenses, son sólo la prueba más reciente de hasta qué punto es
inquietante la violación en nuestra nación de los derechos humanos y
cuánto se ha extendido esta práctica.
Esto se
inició después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, y
ha sido validado e intensificado por los ejecutivos de ambos partidos y
las acciones legislativas, sin gran oposición del público en general.
Como resultado, nuestro país ya no tiene autoridad moral sobre estos
temas críticos.
Si bien el país ha cometido
errores en el pasado, el abuso generalizado de los derechos humanos
durante la última década había tenido un cambio dramático. Con el
liderazgo de los Estados Unidos, la Declaración Universal de los
Derechos Humanos fue adoptada en 1948 como “el fundamento de la
libertad, la justicia y la paz en el mundo.” Este fue un compromiso
valiente y claro que contenía a los poderes que intentaban oprimir a o
lesionar a personas, y establecía la igualdad de derechos de todos a la
vida, la libertad, la seguridad, igual protección ante la ley y limitaba
la tortura, la detención arbitraria o el exilio forzado.
La
Declaración había sido invocada por los activistas de derechos humanos y
la comunidad internacional. Es preocupante que, en lugar de fortalecer
estos principios, las políticas de nuestro gobierno contra el terrorismo
están violando claramente por lo menos 10 de los 30 artículos de la
declaración, incluyendo la prohibición de “tratos crueles, inhumanos o
degradantes”.
La legislación reciente ha dado el
derecho legal al Presidente para detener a una persona indefinidamente
bajo sospecha de afiliación con organizaciones terroristas o “fuerzas
asociadas”, un poder demasiado amplio y vago que puede ser objeto de
abuso, sin una supervisión significativa de los tribunales o el Congreso
(la ley está siendo bloqueado por un juez federal). Esta ley viola el
derecho a la libertad de expresión y a la presunción de inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad, otros dos derechos consagrados en
la Declaración.
Además de los ciudadanos
norteamericanos asesinados o la detención indefinida, las leyes
recientes han cancelado las restricciones de la Ley de Vigilancia de
Inteligencia Extranjera de 1978 y permiten violaciones sin precedentes
de nuestros derechos a la privacidad a través de la obtención de datos y
las escuchas sin orden judicial y la violación, por parte del gobierno,
de nuestras comunicaciones electrónicas. Las leyes estatales permiten
detener a personas por su apariencia, por practicar cultos o por
asociarse a otros individuos.
Junto con esa
regla arbitraria que permite el asesinato de un individuo por aviones no
tripulados, previamente declarado como un terrorista enemigo, se
ejecutan a mujeres y niños inocentes y se acepta esto como inevitable.
Después de más de 30 ataques aéreos contra viviendas de civiles este año
en Afganistán, el presidente Hamid Karzai ha exigido el fin de tales
ataques, pero la práctica continúa en las zonas de Pakistán, Somalia y
Yemen, que no se encuentran declaradas como territorios de guerra. No
sabemos cuántos cientos de civiles inocentes han muerto en estos
ataques, cada uno de ellos aprobado por las más altas autoridades en
Washington. Esto hubiera sido impensable en tiempos anteriores.
Estas
políticas afectan claramente a la política exterior estadounidense.
Altos funcionarios de inteligencia y militares, así como defensores de
los derechos humanos en las zonas atacadas, afirman que la escalada con
aviones no tripulados estimulan a familias agraviadas a identificarse
con las organizaciones terroristas, han despertado sentimientos de la
población civil en contra de nosotros y permite que los gobiernos
represivos citen este tipo de acciones para justificar su propio
comportamiento despótico.
Mientras tanto, se
mantiene el centro de detención de Guantánamo, en Cuba, que ahora
alberga a 169 reclusos. Alrededor de la mitad merecen su liberación, sin
embargo, tienen pocas posibilidades de obtener alguna vez su libertad.
Las autoridades estadounidenses han revelado que, con el fin de obtener
confesiones, algunos han sido torturados con técnicas como el submarino
en más de 100 ocasiones o intimidados con armas semiautomáticas,
taladros o amenazas de asalto sexual. Sorprendentemente, estos hechos no
se pueden utilizar como defensa por el acusado, debido a que el
gobierno afirma que se produjo al amparo de la “seguridad nacional”. La
mayoría de los otros presos no tienen perspectiva alguna de ser acusados
ni juzgados tampoco.
En un momento en que las
revoluciones populares están barriendo el mundo, los Estados Unidos
deben fortalecer, no debilitar, las normas básicas del derecho y los
principios de la justicia enumerados en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Pero en vez de hacer un mundo más seguro, los Estados
Unidos violan los derechos humanos más universales, lo cual incita a
nuestros enemigos y distancia a nuestros amigos.
Como
ciudadanos preocupados, debemos persuadir a Washington de que debe
cambiar de rumbo y recuperar el liderazgo moral de acuerdo con las
normas internacionales de derechos humanos que habíamos adoptado
oficialmente como propias y apreciamos durante años.
Jimmy
Carter fue el presidente número 39 de los EEUU, es el fundador del
Centro Carter y recibió el Premio Nobel de la Paz en el 2002.
Este artículo de opinión apareció en The New York Times el 25 de junio de 2012, en la página A19.
*GilsonSampaio
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