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Ser de esquerda é não aceitar as injustiças, sejam elas quais forem, como um fato natural. É não calar diante da violação dos Direitos Humanos, em qualquer país e em qualquer momento. É questionar determinadas leis – porque a Justiça, muitas vezes, não anda de mãos dadas com o Direito; e entre um e outro, o homem de esquerda escolhe a justiça.
É ser guiado por uma permanente capacidade de se estarrecer e, com ela e por causa dela, não se acomodar, não se vender, não se deixar manipular ou seduzir pelo poder. É escolher o caminho mais justo, mesmo que seja cansativo demais, arriscado demais, distante demais. O homem de esquerda acredita que a vida pode e deve ser melhor e é isso, no fundo, que o move. Porque o homem de esquerda sabe que não é culpa do destino ou da vontade divina que um bilhão de pessoas, segundo dados da ONU, passe fome no mundo.
É caminhar junto aos marginalizados; é repartir aquilo que se tem e até mesmo aquilo que falta, sem sacrifício e sem estardalhaço. À direita, cabe a tarefa de dar o que sobra, em forma de esmola e de assistencialismo, com barulho e holofotes. Ser de esquerda é reconhecer no outro sua própria humanidade, principalmente quando o outro for completamente diferente. Os homens e mulheres de esquerda sabem que o destino de uma pessoa não deveria ser determinado por causa da raça, do gênero ou da religião.
Ser de esquerda é não se deixar seduzir pelo consumismo; é entender, como ensinou Milton Santos, que a felicidade está ancorada nos bens infinitos. É mergulhar, com alegria e inteireza, na luta por um mundo melhor e neste mergulho não se deixar contaminar pela arrogância, pelo rancor ou pela vaidade. É manter a coerência entre a palavra e a ação. É alimentar as dúvidas, para não cair no poço escuro das respostas fáceis, das certezas cômodas e caducas. Porém, o homem de esquerda não faz da dúvida o álibi para a indiferença. Ele nunca é indiferente. Ser de esquerda é saber que este “mundo melhor e possível” não se fará de punhos cerrados nem com gritos de guerra, mas será construído no dia-a-dia, nas pequenas e grandes obras e que, muitas vezes, é preciso comprar batalhas longas e desgastantes. Ser de esquerda é, na batalha, não usar os métodos do inimigo.
Fernando Evangelista

sexta-feira, abril 15, 2011

El exobispo de Brujas reconoce que abusó de otro de sus sobrinos

 



Roger Joseph Vangheluwe acude a la televisión para minimizar sus delitos: "No hubo penetración. Era solo un juego".
Roger Vangheluwe, a la derecha,
junto al papa Juan Pablo II durante
la visita que hizo este a Brujas en 1985
EFE

El exobispo de Brujas Roger Joseph Vangheluwe confesó anoche que abusó de un segundo menor, también sobrino suyo, durante una entrevista en una cadena de televisión en la que minimizó lo ocurrido, algo que ha consternado al país, según recoge este viernes la prensa belga.
El religioso, destituido por Benedicto XVI en abril de 2010 por abusar sexualmente de varios jóvenes cuando era sacerdote, aseguró que jamás pensó en el impacto de sus actos, que consideró hechos "superficiales". No obstante, sabía que "no estaba bien y me confesé en varias ocasiones", añadió.
"No tenía la impresión de que mi sobrino se opusiera, al contrario", afirmó Vangheluwe en la entrevista, en la que afirmó que nunca se ha considerado un pederasta y que aquellos abusos eran "como una pequeña relación".
Lo ocurrido "no tenía nada que ver con la sexualidad", según el exobispo, que afirmó que jamás se ha sentido atraído por los niños y que, en el caso de sus sobrinos, "lo que existía era intimiad". Vangheluwe se declaró arrepentido por los hechos, que se prolongaron durante trece años en uno de los casos y no llegaron a un año en el otro.
Según explicó, los actos comenzaron a producirse durante las visitas de su familia, cuando sus sobrinos se quedaban a dormir en su casa. "Empezó como un juego con ese niño. Nunca hubo ni violación ni violencia física. Jamás me vio desnudo ni hubo penetración", declaró. El prelado indicó además que el dinero que pagó a la familia de la víctima "no era una manera de obtener su silencio".
Tanto el mundo religioso como el político han reaccionado con indignación a las declaraciones de Vangheluwe. El obispo de Brujas, Jozef De Kesel, se ha declarado "estupefacto" por la entrevista y lamentó el daño causado con las palabras del prelado, tanto a las víctimas como a la propia Iglesia.
Por su parte, el ministro belga de Justicia, Stefaan De Clerck, hizo un llamamiento a la Iglesia a "poner fin a ese asunto" lo antes posible. El fiscal de Brujas Jean-Marie Berkvens ha señalado en una entrevista en la radio flamenca Radio 1 que los abusos sexuales cometidos con el segundo menor, al igual que en el primer caso, han prescrito.
El Vaticano informó esta semana de que las sanciones de la Iglesia contra el exobispo, de 74 años, todavía no son definitivas. "La Congregación para la Doctrina de la Fe ha establecido que deje Bélgica y se someta a un periodo de tratamiento espiritual y psicológico. En ese periodo evidentemente no le está permitido ejercer de manera pública el ministerio sacerdotal y episcopal", señaló la Santa Sede en un comunicado.

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