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Ser de esquerda é não aceitar as injustiças, sejam elas quais forem, como um fato natural. É não calar diante da violação dos Direitos Humanos, em qualquer país e em qualquer momento. É questionar determinadas leis – porque a Justiça, muitas vezes, não anda de mãos dadas com o Direito; e entre um e outro, o homem de esquerda escolhe a justiça.
É ser guiado por uma permanente capacidade de se estarrecer e, com ela e por causa dela, não se acomodar, não se vender, não se deixar manipular ou seduzir pelo poder. É escolher o caminho mais justo, mesmo que seja cansativo demais, arriscado demais, distante demais. O homem de esquerda acredita que a vida pode e deve ser melhor e é isso, no fundo, que o move. Porque o homem de esquerda sabe que não é culpa do destino ou da vontade divina que um bilhão de pessoas, segundo dados da ONU, passe fome no mundo.
É caminhar junto aos marginalizados; é repartir aquilo que se tem e até mesmo aquilo que falta, sem sacrifício e sem estardalhaço. À direita, cabe a tarefa de dar o que sobra, em forma de esmola e de assistencialismo, com barulho e holofotes. Ser de esquerda é reconhecer no outro sua própria humanidade, principalmente quando o outro for completamente diferente. Os homens e mulheres de esquerda sabem que o destino de uma pessoa não deveria ser determinado por causa da raça, do gênero ou da religião.
Ser de esquerda é não se deixar seduzir pelo consumismo; é entender, como ensinou Milton Santos, que a felicidade está ancorada nos bens infinitos. É mergulhar, com alegria e inteireza, na luta por um mundo melhor e neste mergulho não se deixar contaminar pela arrogância, pelo rancor ou pela vaidade. É manter a coerência entre a palavra e a ação. É alimentar as dúvidas, para não cair no poço escuro das respostas fáceis, das certezas cômodas e caducas. Porém, o homem de esquerda não faz da dúvida o álibi para a indiferença. Ele nunca é indiferente. Ser de esquerda é saber que este “mundo melhor e possível” não se fará de punhos cerrados nem com gritos de guerra, mas será construído no dia-a-dia, nas pequenas e grandes obras e que, muitas vezes, é preciso comprar batalhas longas e desgastantes. Ser de esquerda é, na batalha, não usar os métodos do inimigo.
Fernando Evangelista

quarta-feira, julho 31, 2013

ALBA: otra puerta cerrada a Estados Unidos




Via CubAhora
La XII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA) celebrada en Guayaquil, Ecuador, demostró la pujanza y la continuidad de desarrollo de ese bloque integracionista, símbolo de la unidad entre los gobiernos y los movimientos sociales de la región...
Lídice Valenzuela García
El ALBA ha constituido uno de los símbolos de garantía de los derechos sociales de los pueblos. (Foto: AFP)
Sobre la necesidad de la integración latinoamericana el compañero Fidel Castro dijo en la plaza aérea del silencio, en Caracas, Venezuela, el 23 de enero de 1959. “(...) si queremos salvar a la América, que si queremos salvar la libertad de cada una de nuestras sociedades, que, al fin y al cabo, son parte de una gran sociedad, que es la sociedad de Latinoamérica; si es que queremos salvar la revolución de Cuba, la revolución de Venezuela y la revolución de todos los países de nuestro continente, tenemos que acercarnos y tenemos que respaldarnos sólidamente, porque solos y divididos fracasamos”.
La coincidencia de posiciones entre los gobiernos y los movimientos sociales radicados en las naciones miembros de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA) ratifica la posibilidad de fortalecer un tejido social en que las decisiones políticas, económicas y sociales sean tomadas en sintonía ideológica, en lo que representa un cambio en las relaciones de poder en la región.
Así quedó demostrado en la XII Cumbre del ALBA celebrada este martes en Guayaquil, la segunda ciudad en importancia de Ecuador y cuna del presidente Rafael Correa, cuando tras dos días de debates más de 200 representantes de las organizaciones no gubernamentales de los países del ALBA entregaron a los jefes de gobierno un manifiesto en que fijan posiciones sobre el desempeño de la institución fundada por los líderes revolucionarios Hugo Chávez y Fidel Castro.
La declaración final de la Cumbre de los Movimientos Sociales, entregada a las máximas autoridades presentes en Guayaquil confirma que, tal como propone la Alianza, “Latinoamérica y el Caribe debe ser un territorio endógeno, en lo que respecta a su economía, su cultura y su sociedad”.
Analistas concuerdan en que el documento expresa la identificación espiritual, ideológica y política con los acuerdos adoptados por los dignatarios del ALBA y el protagonismo que deberán tener tales movimientos para garantizar el desarrollo en ese bloque, según expresaron los gobernantes en el encuentro sostenido por las partes en el Coliseo Voltaire Paladines Polo como cierre de la XII Cumbre.
Estas agrupaciones, que congregan a millones de ciudadanos unidos por un pensamiento democrático y antiimperialista, han tenido un rol fundamental en distintos momentos de la historia reciente de América Latina cuando, por ejemplo, apoyaron en las calles a las naciones contrarias a la puesta en vigor por Estados Unidos del Área de Libre Comercio de las Américas, e integran una poderosa fuerza movilizadora en la región latinoamericana.
Desde su fundación, el ALBA ha constituido uno de los símbolos de garantía de los derechos sociales de los pueblos – no solo de sus miembros- mediante la colaboración en proyectos tan importantes como la alfabetización, la salud pública, el deporte y la cultura. Millones de latinoamericanos y caribeños, por ejemplo, aprendieron a leer y escribir mediante el método cubano de alfabetización Yo sí puedo, en tanto cifras similares recobraron la visión con la Operación Milagro gracias al trabajo desinteresado de galenos cubanos.
También la Alianza propició la creación por Chávez de PETROCARIBE, un ente petrolero que vende el crudo venezolano a precios preferenciales a naciones –en especial del Caribe y Centroamérica- cuyas endebles economías no hubiesen podido resistir el embate de la crisis económica mundial, y que colocó por las nubes el precio de ese producto.
La XII Cumbre, que tuvo como política estratégica la integración latinoamericana y caribeña, decidió fortalecer el crecimiento económico de sus integrantes, que ahora poseen nuevas alternativas de desarrollo con la entrada y actual presidencia temporal de Venezuela en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
Uno de los acuerdos más importantes fue la de avanzar en la organización de una nueva y poderosa zona económica en la que estarán integradas el ALBA, MERCOSUR y PETROCARIBE, que hará factible el desenvolvimiento sostenido de las economías más débiles y consolidará la unidad entre esos bloques.
Al ALBA pertenecen Venezuela, Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Antigua y Barbuda. Como invitados especiales estuvieron en Guayaquil delegados de Surinam, Guayana, Haití, Uruguay, Argentina y Brasil.
En esta ocasión, una vez más se expresó uno de los rasgos distintivos de la Alianza, que es la postura intransigente de sus miembros ante el imperialismo estadounidense que de manera constante amenaza y agrede a varios de sus miembros bajo formas solapadas o abiertas, como ha hecho Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Nueva jornada del ALBA cerrada en Guayaquil, que demostró la vitalidad del bloque y el interés de sus líderes y movimientos sociales para afianzar las bases en que se fundamenta –la solidaridad y la colaboración-, con la visión de un firme desarrollo económico imbricado en las redes integracionistas de América Latina y El Caribe.

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