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Ser de esquerda é não aceitar as injustiças, sejam elas quais forem, como um fato natural. É não calar diante da violação dos Direitos Humanos, em qualquer país e em qualquer momento. É questionar determinadas leis – porque a Justiça, muitas vezes, não anda de mãos dadas com o Direito; e entre um e outro, o homem de esquerda escolhe a justiça.
É ser guiado por uma permanente capacidade de se estarrecer e, com ela e por causa dela, não se acomodar, não se vender, não se deixar manipular ou seduzir pelo poder. É escolher o caminho mais justo, mesmo que seja cansativo demais, arriscado demais, distante demais. O homem de esquerda acredita que a vida pode e deve ser melhor e é isso, no fundo, que o move. Porque o homem de esquerda sabe que não é culpa do destino ou da vontade divina que um bilhão de pessoas, segundo dados da ONU, passe fome no mundo.
É caminhar junto aos marginalizados; é repartir aquilo que se tem e até mesmo aquilo que falta, sem sacrifício e sem estardalhaço. À direita, cabe a tarefa de dar o que sobra, em forma de esmola e de assistencialismo, com barulho e holofotes. Ser de esquerda é reconhecer no outro sua própria humanidade, principalmente quando o outro for completamente diferente. Os homens e mulheres de esquerda sabem que o destino de uma pessoa não deveria ser determinado por causa da raça, do gênero ou da religião.
Ser de esquerda é não se deixar seduzir pelo consumismo; é entender, como ensinou Milton Santos, que a felicidade está ancorada nos bens infinitos. É mergulhar, com alegria e inteireza, na luta por um mundo melhor e neste mergulho não se deixar contaminar pela arrogância, pelo rancor ou pela vaidade. É manter a coerência entre a palavra e a ação. É alimentar as dúvidas, para não cair no poço escuro das respostas fáceis, das certezas cômodas e caducas. Porém, o homem de esquerda não faz da dúvida o álibi para a indiferença. Ele nunca é indiferente. Ser de esquerda é saber que este “mundo melhor e possível” não se fará de punhos cerrados nem com gritos de guerra, mas será construído no dia-a-dia, nas pequenas e grandes obras e que, muitas vezes, é preciso comprar batalhas longas e desgastantes. Ser de esquerda é, na batalha, não usar os métodos do inimigo.
Fernando Evangelista

terça-feira, maio 29, 2012

Cuba e a verdadeira Liberdade de Expressão

 

"...em uma sociedade dividida em classes, a liberdade de expressão existe para os que tem em suas mãos os meios de produção, ou seja uma minoria. Mas, da perspectiva socialista, a verdadeira liberdade de expressão é para as grandes maiorias".




do Pupila Imsone
por Omar Pérez Salomón 
Uno de los términos más utilizados para agredir a la Revolución Cubana es el de la libre expresión. A lo largo de más de 50 años se ha empleado sin tener en cuenta el contexto y las condiciones en que se ha desarrollado la Revolución.

Ahora le toca el turno a la organización no gubernamental Amnistía Internacional,que en su último informe acusa al gobierno cubano de reprimir la libertad de expresión, según da cuenta un despacho de la agencia de prensa EFE, el pasado 24 de mayo.

En este informe Amnistía Internacional declara que: “Las autoridades de Cuba, donde todos los medios de comunicación siguen bajo el control del Gobierno, continuaron limitando severamente la libertad de expresión, reunión y asociación de disidentes políticos, periodistas y activistas de derechos humanos, a los que sometieron a arrestos domiciliarios arbitrarios”.

En mi opinión, en una sociedad dividida en clases, la libertad de expresión, existe para aquellos que tienen en sus manos los medios de producción, o sea una minorìa; pero desde una perspectiva socialista, la verdadera libertad de expresión es para las grandes mayorías. Precisamente los llamados “disidentes”, pagados por sus amos imperialistas, pretenden destruir la Revolución de las grandes mayorías.

Me pregunto si la Revolución Cubana en sí misma no ha significado para jóvenes, niños, ancianos, mujeres, obreros, campesinos, intelectuales y artistas, acceso y posibilidades en todos los órdenes espirituales y también en el orden material, que hubieran sido cercenadas para la inmensa mayoría de ellos bajo el capitalismo subdesarrollado que ha sido el destino de los países que forman el entorno de Cuba. Al parecer Amnistía Internacional desconoce estas realidades y se adhiere a las falacias que se fabrican para atacar el proyecto socialista cubano.

En medio de un incremento de la lucha con el imperialismo norteamericano y sus aliados europeos, tienen un gran valor y alcance las ideas del líder de la Revolución CubanaFidel Castro, expresadas en la entrevista que le realizara entre 2003 y 2005 el intelectual y periodista francés Ignacio Ramonet, publicada en el libro Cien Horas con Fidel.

“Si usted llama libertad de prensa al derecho de la contrarrevolución y de los enemigos de Cuba a hablar y a escribir libremente contra el socialismo y contra la Revolución, calumniar, mentir y crear reflejos condicionados, yo le diría que no estamos a favor de esa ‘libertad’. Mientras Cuba sea un país bloqueado por el imperio, víctima de leyes inicuas como la Helms-Burton o la Ley de Ajuste Cubano, un país amenazado por el propio Presidente de Estados Unidos, nosotros no podemos dar esa ‘libertad’ a los aliados de nuestros enemigos cuyo objetivo es luchar contra la razón de ser del socialismo.

“En esos medios “libres”, ¿quién habla? ¿De qué se habla? ¿Quién escribe? Se habla lo que quieren los dueños de los periódicos o de las emisoras de televisión. Y escribe quien ellos deciden. Usted lo sabe bien. Se habla de “libertad de expresión”, pero en realidad lo que se defiende fundamentalmente es el derecho de propiedad privada de los medios de divulgación masiva. Aquí en Cuba, se lo digo con franqueza, no existe la propiedad privada de esos medios. Pero las distintas organizaciones de masas disponen de sus propios medios: los estudiantes tienen el suyo, los obreros, los sindicatos, los campesinos, hasta los militares. Todo el mundo tiene su órgano de información, y créame que publican con mucha libertad lo que creen conveniente publicar.

“En vez de cuestionar nuestros modos, que son el resultado, la consecuencia de más de cuarenta años de resistencia contra nuestro poderoso vecino, valdría la pena preguntarles a nuestros ciudadanos si se sienten o no se sienten libres.

“Nosotros no andamos con hipocresías de ninguna índole al hablar de la “libertad” de la prensa europea. Nosotros soñamos con otra libertad de prensa, en un país educado e informado, en un país que posea una cultura general integral y pueda comunicarse con el mundo. Porque quienes temen el pensamiento libre no educan a los pueblos, no les aportan, no tratan de que adquieran el máximo de cultura, de conocimientos históricos y políticos profundos, y aprecien las cosas por su valor en sí, y porque saquen conclusiones de sus propias cabezas. Para sacar las cosas de sus propias cabezas, deben poseer los elementos de juicio necesarios.

“¿Van a hablar de “libertad de expresión” en países que tienen un 20 o un 30 por ciento de analfabetos totales, y un 50 por ciento de analfabetos funcionales? ¿Con qué criterio, con qué elementos incluso, opinan, y dónde opinan? Si cuando mucha gente culta e inteligente quiere publicar un artículo, no hay manera de que salga a la luz, lo ignoran, lo aplastan, lo desacreditan. Se han convertido esos grandes medios en instrumentos de manipulación.”




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