Fidel - A propósito de “Nuestro deber es luchar”: Defendamos el destino del hombre (+ Fotos y PDF)
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Caricatura: Ares/ La Jiribilla
Raúl
Carbonell es uno de esos cubanos jacarandosos que saben hacer un poco
de todo. Trabaja lo mismo arreglando problemas de plomería que ajustando
un aire acondicionado. Lee periódicos, revistas, libros, ve los
noticieros y gusta de conversar sobre temas variopintos.
Hace
poco la llave de mi fregadero empezó a gotear y lo llamé. Quienes me
conocen saben que tengo obsesión con el agua y él también, por supuesto.
Llegó, le hice café y mientras trabajaba porque se le rompió algo que
yo no entiendo, comenzamos a hablar de que si para mí es más importante
el agua que el petróleo. Sin la primera no se puede vivir, sin la
segunda habría que renunciar a buena parte del desarrollo humano, pero
habría vida.
Raúl se detuvo a paladear el café
y me dijo “¿Tú crees que solo ahora el ser humano se ha sentido en
peligro? ¿No se han buscado soluciones en otros momentos? No es que sea
tan optimista, pero algo habrá que inventar”.
Y
a continuación me dijo: “nunca antes había existido un desarrollo de la
ciencia como hoy. Ya estamos cerquita de una vacuna contra el SIDA y se
acabará esa desgracia”. Le comenté que todavía no se había descartado
que el SIDA fuera un arma biológica desarrollada en los años 80. “Creo
como tú que el avance científico de los últimos años es
proporcionalmente superior a todo lo que se logró en siglos completos
anteriores, pero ese mismo avance depende de en las manos de quien esté.
Las bombas atómicas que hoy tiene Israel son considerablemente más
potentes que las que tiraron los norteamericanos en Japón en 1945. A
veces miro desde mi ventana y con horror pienso en qué haría si en el
horizonte viera subir una suerte de hongo de humo, que avanzara hacia
nosotros, lo que dicen los científicos que sucederá si en cualquier
parte del planeta lanzan una potente bomba atómica”.
Esta
conversación sostenida en una casa cualquiera entre dos terrícolas
ocurría unas horas antes de que se presentara el volumen Nuestro deber es luchar,
transcripción de un intenso diálogo entre escritores, científicos y
otros intelectuales con Fidel en el contexto de la 21a Feria
internacional del libro. Más de cien profesionales de 22 países se
reunieron con el líder cubano para hablar de este mundo patas arriba que
nos rodea.
Coincidentemente con el
aniversario 129 del deceso de Carlos Marx, este 14 de marzo tuvo lugar
un hecho sin precedentes: en 11 ciudades del mundo de cuatro continentes
se presentaba este texto, a la vez que se transmitía vía Internet y se
colgaba en el sitio Cubadebate para poderlo descargar. El volumen
corregido y traducido a varias lenguas es un grito de guerra por salvar
el planeta. Internet en este caso es una muestra de lo útil que puede
ser para romper el control mediático en poder de las grandes
transnacionales y al uso que se le dio en esta oportunidad no se le
conocen antecedentes.
En cada lugar donde se
presentó el libro, intelectuales y científicos hablaron de la urgencia
de que todas las personas tomen conciencia de los peligros a los que
está sometida la Tierra desde que desaparezca en un holocausto nuclear
hasta que por el despilfarro de las sociedades consumistas cada día
mueran más personas de sed, como sucede ya en África.
La
terrible brecha existente entre los más ricos y los más pobres es
actualmente de tal magnitud que indica el camino hacia la
autodestrucción. En uno de sus acertados artículos, el filósofo
argentino Atilio Borón decía que este puede ser el siglo de Marx porque
aquella diferencia abismal entre una clase social y otra, que describió
magistralmente en el Manifiesto Comunista, hoy se ha multiplicado de una
manera asombrosa. Lo cierto es que lejos de caminar, como decían los
revisionistas de principio del siglo XX, a sociedades burguesas más
equitativas y justas, ha sido todo lo contrario y hoy, ¿por que no
confesarlo? pocas posibilidades veo de salvar la Tierra.
En
1974 Fidel decía: “La humanidad del futuro tiene retos muy grandes en
todos los terrenos. Una humanidad que se multiplica vertiginosamente,
(…) que ve con preocupación el agotamiento de algunos de sus recursos
naturales, (…) que necesitará dominar la técnica, y no solo la técnica
sino incluso hasta los problemas que la técnica pueda crear, como son
los problemas, por ejemplo, de la contaminación del ambiente. Y ese reto
del futuro solo podrán enfrentarlo las sociedades que estén realmente
preparadas”. Y a los jóvenes nos convocaba cuando añadía: “(…) y
nosotros debemos aspirar a que nuestro pueblo esté realmente preparado”.
Dieciocho
años después en Brasil, en la Cumbre de la Tierra volvía a alertar: “Si
se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que
distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta.
Menos lujo y menos despilfarros en unos pocos países para que haya menos
pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más
transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo
que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana.
Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la
ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación.
Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y
no el hombre”.
En 2012 en el diálogo con los intelectuales, devenido el libro Nuestro deber es luchar terminó diciendo: “Hay que luchar (…) no nos podemos dejar vencer por el pesimismo. Es nuestro deber”.
Quizá
entonces mi vecino Raúl tenga razón. Tal vez el terrícola encuentre una
manera de no ser barrido de la faz de su casa. Para eso, como dice
Fidel hay que luchar pero en todos los lugares, desde los grandes
despilfarradores del mundo desarrollado hasta el paseante en una playa
que bota una lata de cerveza vacía al mar, o quien deja perder el agua
por no ajustar una tuerca.
(Tomado de La Jiribilla)
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Portada de "Nuestro deber es luchar", en español
*GilsonSampaio
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