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Ser de esquerda é não aceitar as injustiças, sejam elas quais forem, como um fato natural. É não calar diante da violação dos Direitos Humanos, em qualquer país e em qualquer momento. É questionar determinadas leis – porque a Justiça, muitas vezes, não anda de mãos dadas com o Direito; e entre um e outro, o homem de esquerda escolhe a justiça.
É ser guiado por uma permanente capacidade de se estarrecer e, com ela e por causa dela, não se acomodar, não se vender, não se deixar manipular ou seduzir pelo poder. É escolher o caminho mais justo, mesmo que seja cansativo demais, arriscado demais, distante demais. O homem de esquerda acredita que a vida pode e deve ser melhor e é isso, no fundo, que o move. Porque o homem de esquerda sabe que não é culpa do destino ou da vontade divina que um bilhão de pessoas, segundo dados da ONU, passe fome no mundo.
É caminhar junto aos marginalizados; é repartir aquilo que se tem e até mesmo aquilo que falta, sem sacrifício e sem estardalhaço. À direita, cabe a tarefa de dar o que sobra, em forma de esmola e de assistencialismo, com barulho e holofotes. Ser de esquerda é reconhecer no outro sua própria humanidade, principalmente quando o outro for completamente diferente. Os homens e mulheres de esquerda sabem que o destino de uma pessoa não deveria ser determinado por causa da raça, do gênero ou da religião.
Ser de esquerda é não se deixar seduzir pelo consumismo; é entender, como ensinou Milton Santos, que a felicidade está ancorada nos bens infinitos. É mergulhar, com alegria e inteireza, na luta por um mundo melhor e neste mergulho não se deixar contaminar pela arrogância, pelo rancor ou pela vaidade. É manter a coerência entre a palavra e a ação. É alimentar as dúvidas, para não cair no poço escuro das respostas fáceis, das certezas cômodas e caducas. Porém, o homem de esquerda não faz da dúvida o álibi para a indiferença. Ele nunca é indiferente. Ser de esquerda é saber que este “mundo melhor e possível” não se fará de punhos cerrados nem com gritos de guerra, mas será construído no dia-a-dia, nas pequenas e grandes obras e que, muitas vezes, é preciso comprar batalhas longas e desgastantes. Ser de esquerda é, na batalha, não usar os métodos do inimigo.
Fernando Evangelista

domingo, agosto 03, 2014

Obama admite uso de tortura tras 11 de septiembre

"Hicimos muchas cosas correctas, pero torturamos a alguna gente. Hicimos cosas contrarias a nuestros valores", afirmó el presidente de EU.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, admitió el viernes que oficiales estadounidenses han "torturado a alguna gente" luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001, pero urgió a no juzgarlos demasiado duramente.
"Incluso antes de asumir la presidencia sabía perfectamente que justo después del 11 de septiembre hicimos cosas equivocadas", dijo Obama a periodistas.
"Hicimos muchas cosas correctas, pero torturamos a alguna gente. Hicimos cosas contrarias a nuestros valores", afirmó.
Se espera que la administración estadounidense haga público un informe desclasificado del Senado en los próximos días, que detalla supuestos abusos por parte de agentes de inteligencia contra sospechosos de pertenecer a grupos extremistas como Al Qaida, luego de los ataques.
Obama, quien parecía estar preparando el terreno para la difusión de este informe, añadió que el personal de inteligencia estuvo bajo una presión extrema en 2001 y después.
Esta no fue la primera vez que Obama dijo que agentes estadounidenses cometieron actos de tortura bajo la administración de su predecesor George W. Bush en el marco de la llamada "guerra contra el terrorismo".
Al asumir su cargo, en 2009, el presidente prohibió las "técnicas de interrogatorio reforzadas", como los simulacros de ahogamiento o submarino, un método que los servicios de inteligencia de Estados Unidos admitieron haber utilizado.
En mayo del año pasado, Obama dijo en un importante discurso en la Universidad de Defensa Nacional: "Creo que alteramos nuestros valores básicos al utilizar la tortura para interrogar a nuestros enemigos".
-"Verdaderos patriotas"-
Sin embargo, el mandatario se ha resistido a los llamados a iniciar investigaciones criminales sobre el accionar de funcionarios de inteligencia, y este viernes repitió que Estados Unidos debía asumir la responsabilidad por estos actos "como país".
"La gente no sabía si habría más ataques inminentes y había mucha presión sobre nuestros cuerpos policiales y equipos de seguridad, que intentaban manejar la situación", añadió.
"Es importante que no seamos demasiado moralizantes retrospectivamente sobre el duro trabajo que estas personas tuvieron. Y muchas de estas personas estaban trabajando mucho y bajo una presión enorme, y son verdaderos patriotas", dijo.
"Pero dicho esto, hicimos cosas equivocadas y es lo que refleja el informe", añadió.
"Mi esperanza es que este informe nos recuerde una vez más que, ya saben, el papel de nuestro país tiene que medirse no por lo que hacemos cuando las cosas son fáciles, sino por lo que hacemos cuando son duras", señaló.
Hace tiempo que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) afronta críticas y acusaciones por sus técnicas de interrogatorio abusivas entre 2002 y 2006.
Además, el documento que está por difundir el Senado generó otro escándalo esta semana, al descubrirse que la CIA se había inmiscuido en computadoras del Senado en las que se hallaban documentos clasificados sobre este tema, una información que reconoció el jefe de la agencia de inteligencia, John Brennan.
Varias voces se levantaron para pedir la renuncia de Brennan, pero Obama dijo que mantenía depositada en él su "plena confianza".
Los medios de comunicación locales difirieron este viernes en cuanto a si el informe del Senado que está a punto de ser liberado calificará explícitamente de "tortura" las acciones de los interrogadores de la CIA, una palabra que puede tener implicaciones legales.
La senadora Dianne Feinstein, presidenta del Comité de inteligencia del Senado, que conduce la investigación, dijo que el informe demuestra que el abuso fue "mucho más sistemático y generalizado de lo que pensábamos".
Las técnicas adoptadas durante la "guerra contra el terrorismo" han sido tachadas por grupos de derechos humanos como abusos absolutos, al tiempo que expertos en seguridad han sostenido que proporcionan información inexacta.
Pero algunos políticos neoconservadores de la era Bush continúan defendiendo el recurso a esas técnicas, al insistir en que resultaron vitales para proporcionar pistas en la búsqueda de dirigentes "terroristas" como el exlíder de Al Qaida Osama bin Laden.

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