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Ser de esquerda é não aceitar as injustiças, sejam elas quais forem, como um fato natural. É não calar diante da violação dos Direitos Humanos, em qualquer país e em qualquer momento. É questionar determinadas leis – porque a Justiça, muitas vezes, não anda de mãos dadas com o Direito; e entre um e outro, o homem de esquerda escolhe a justiça.
É ser guiado por uma permanente capacidade de se estarrecer e, com ela e por causa dela, não se acomodar, não se vender, não se deixar manipular ou seduzir pelo poder. É escolher o caminho mais justo, mesmo que seja cansativo demais, arriscado demais, distante demais. O homem de esquerda acredita que a vida pode e deve ser melhor e é isso, no fundo, que o move. Porque o homem de esquerda sabe que não é culpa do destino ou da vontade divina que um bilhão de pessoas, segundo dados da ONU, passe fome no mundo.
É caminhar junto aos marginalizados; é repartir aquilo que se tem e até mesmo aquilo que falta, sem sacrifício e sem estardalhaço. À direita, cabe a tarefa de dar o que sobra, em forma de esmola e de assistencialismo, com barulho e holofotes. Ser de esquerda é reconhecer no outro sua própria humanidade, principalmente quando o outro for completamente diferente. Os homens e mulheres de esquerda sabem que o destino de uma pessoa não deveria ser determinado por causa da raça, do gênero ou da religião.
Ser de esquerda é não se deixar seduzir pelo consumismo; é entender, como ensinou Milton Santos, que a felicidade está ancorada nos bens infinitos. É mergulhar, com alegria e inteireza, na luta por um mundo melhor e neste mergulho não se deixar contaminar pela arrogância, pelo rancor ou pela vaidade. É manter a coerência entre a palavra e a ação. É alimentar as dúvidas, para não cair no poço escuro das respostas fáceis, das certezas cômodas e caducas. Porém, o homem de esquerda não faz da dúvida o álibi para a indiferença. Ele nunca é indiferente. Ser de esquerda é saber que este “mundo melhor e possível” não se fará de punhos cerrados nem com gritos de guerra, mas será construído no dia-a-dia, nas pequenas e grandes obras e que, muitas vezes, é preciso comprar batalhas longas e desgastantes. Ser de esquerda é, na batalha, não usar os métodos do inimigo.
Fernando Evangelista

sexta-feira, janeiro 13, 2012

Galeano: “No hay quien pueda con la capacidad de contagio que tiene la indignación”

 do Otro Urugay es Posible
El escritor uruguayo Eduardo Galeano afirmó este jueves que la neutralidad es imposible en un mundo que se divide entre indignos e indignados.

Eduardo Galeano
"O se es indigno o indignado”, recalcó en breve diálogo con la prensa a su llegada a La Habana, tras más de 10 años de ausencia, invitado por la Casa de las Américas para inaugurar el 53 Premio Literario el próximo lunes.
"La crisis que sufre el planeta ha llevado a muchos a aceptar lo inaceptable obligándolos a la indignidad. Es por eso, que surgen movimientos, como el de los indignados, que de pronto se vuelven peligrosamente contagiosos en todos los países”.
“No hay quien pueda con la capacidad de contagio que tiene la indignación”, subrayó refiriéndose a los movimientos sociales surgidos en varias naciones para expresar sus reclamos en protesta contra la desigualdad y el desempleo.
A su juicio en todas partes se respira una energía de cambios que busca manifestarse. Las izquierdas, opinó, “están en todos lados. Los procesos de cambios que de veras se dan, crecen lentamente de abajo hacia arriba y de adentro hacia fuera. A veces son silenciosos, casi secretos, pero existen en todas partes”.
“Vuelvo a Cuba sin haberme ido porque esta isla siguió siempre viva dentro de mi, en mis palabras, en mis actos y mi memoria, una memoria viva de todo lo que de ella recibí”, aseveró.
“Nunca oculté mi admiración por esta Revolución, ejemplo de dignidad nacional y solidaridad en un mundo donde el patriotismo es un derecho negado a los países pequeños y pobres”, destacó.
“Nunca conocí en mi vida un país tan solidario como este, ninguna Revolución tan ofrendada a los demás como esta”, expresó.
Al referirse a su relación con Casa de las Américas, “mi Casa”, dijo, destacó que en los inicios fue un amor poco correspondido. “Recuerdo como escribí Las venas abiertas… para llegar a tiempo al concurso literario. Tanto esfuerzo y perdí en el certamen”, rememoró.
Laureado luego en tres ocasiones, regresa a la institución para presentar su libro Espejos, una historia casi universal, Premio Honorífico de Narrativa José María Arguedas 2011.
Es un texto, comentó, “en el que ofrezco una tentativa de ayudar a la recuperación del arcoiris terrestre que contiene más colores y fulgores que el celeste”.
“Quería ayudar a recuperar esos colores perdidos porque estamos ciegos, mutilados por una largísima tradición de racismo, de machismo, elitismo, de militarismo y de otros ismos que nos impiden descubrirnos en toda la plenitud de nuestra belleza posible”, apuntó.
A una pregunta sobre si creía que el presidente estadounidense, Barack Obama, había leído su libro Las venas abiertas de América Latina, que el gobernante venezolano, Hugo Chávez, le obsequió en 2009, durante la Cumbre de Trinidad y Tobago, respondió que fue un acto simbólico.
“No creo que lo haya leído. Fue una manera de decirle a Obama que existen otras voces distintas a las que esta acostumbrado a oír de sus asesores”, añadió.
Sobre cómo ve a América Latina expresó que hoy está caminando. “Yo también camino, caminar es un ejercicio imprescindible, creo que las ciudades se conocen o se reconocen con los pies, se leen con los pies”.
“Lo mismo ocurre con los procesos colectivos”, agregó, “cuando se viven como se deben vivir las cosas, se camina, se anda. Así uno entra en otro”, concluyó.
Prensa Latina

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